Comentario
Acisclo Antonio Palomino y Velasco (1653-1726) nació en Córdoba y allí fue discípulo de Juan de Alfaro. Al pasar a la Corte, por recomendación de su maestro, estudia con Claudio Coello e intima con Carreño. Palomino ha pasado a nuestra historia de la pintura como el biógrafo más importante de los artistas españoles de los siglos XVI y XVII, al escribir en la tercera parte de su tratado "Museo Pictórico y Escala Optica", un estudio de doscientas veintiséis biografías. Más interesante si cabe, es el hecho de que conoció directamente a muchos de los artistas madrileños del Barroco pleno.
Otro factor que da importancia a su figura fue su realización de muchas decoraciones murales, repartidas por toda España. Debido a ellas extendió el estilo del Barroco por algunas escuelas regionales que habían permanecido anquilosadas en modelos estéticos del pasado. Obras suyas hay en Valencia, la bóveda de la iglesia de Nuestra señora de los Desamparados, hacia 1700; en Granada, la cúpula del Sagrario de la Cartuja, de 1711-1712; en Salamanca y en su ciudad natal, Córdoba.
Su pintura decorativa se halla a caballo entre el viejo estilo de la escuela madrileña, de solemnes encuadramientos arquitectónicos, y el nuevo estilo de decoración que impone la llegada de Luca Giordano, un estilo más ligero, aéreo, cercano a las primeras manifestaciones del Rococó.
Con Palomino podemos decir que concluye esta etapa de la pintura en Madrid y se inicia otra, en la que destaca el magisterio de los artistas italianos y franceses importados por los Borbones.